Momentos de la actuación del Quinteto Argentino en el Festival internacional de jazz en Punta del Este, una formación ad hoc que tuvo un excelente desempeño en su set: en las imágenes, el saxofonista Oscar Feldman, acompañado arriba por el baterista Juan Cruz de Urquiza.

Punta del Este (Enviado especial) - Cambió radicalmente la escenografía. Del tambo de Punta Ballena, que durante 12 años fue su sede, el Festival internacional de jazz de Punta del Este se mudó a la Azotea de Haedo, vieja casona con un enorme parque en el barrio Cantegril cercano a Maldonado que perteneció a Eduardo Víctor Haedo, periodista y jefe del consejo de gobierno a mediados del siglo pasado.

Por allí pasaron alguna vez figuras de la política y de la cultura como el Che Guevara, Pablo Neruda, Juan Domingo Perón o Alfonsina Storni . En ese lugar, el escenario circular, que ya estaba construido en el predio, se transformó en un coqueto anfiteatro con cómodas graderías y con un entorno de árboles y plantas; todo armado especialmente para la ocasión. Pero el cambio de escenario no modificó en nada el espíritu del encuentro. El Festival Internacional de Jazz de Punta del Este es, ante todo, producto de la consecuencia de un hombre, Francisco Yobino, que decidió seguir adelante con su proyecto cultural aun después de las dificultades que le significo la venta de la que era su empresa tambera.

Musicalmente, el festival tampoco aflojó en su propuesta artística. La noche de apertura, con un clima que acompañó de manera excelente luego de una dudosa tarde con lluvia, fue para la delegación brasileña apoyada por la embajada de ese país en Uruguay. Fue el momento de dos cuartetos: el del baterista, compositor, percusionista y cantante Joca Perpignan, y el del pianista, compositor y cantante Joao Donato.

El primero es un artista joven, muy bien formado en su país, en los Estados Unidos y en Israel, que juega permanentemente entre el jazz, el samba y la bossa nova y que, esta vez, se presentó al frente de tres buenos músicos: David Feldman en piano, Mark Lambert en guitarra y Guto Wirti en contrabajo. Donato es un músico más maduro. Nacido en Acre, bien al norte de Brasil, llegó a Río de Janeiro en los años '40 y trabajó junto a próceres de la música como Joao Gilberto y Tom Jobim . Por eso, en su música está muy inserta la mejor tradición de la bossa nova pero también la herencia de las tradiciones sonoras de su región. Su set tuvo a Robertinho Silva en batería, Luis Alves en contrabajo y Ricardo Pontes en saxo.

La segunda noche abrió de manera diferente,con la sorpresa del virtuosismo del pequeño Tony Madruga , un niño de 13 años nacido en Miami de padres cubanos, con una técnica pianística que deslumbra y con una musicalidad que le augura un futuro espectacular. Luego fue el momento de El Quinteto argentino: Pipi Piazzolla en batería, Juan Cruz de Urquiza en trompeta, Darío Eskenazi en piano, Mariano Sívori en contrabajo y Oscar Feldman en saxo. Se trató aquí de una formación que no tiene regularidad y que fue organizada especialmente para este show, con argentinos, todos grandes músicos, todos profundos conocedores del lenguaje del bebop, que hacen su vida en Buenos Aires o en Nueva York, pero la experiencia dio muy buenos resultados.

El cierre del viernes fue para el pianista californiano Bruce Barth junto con Montez Coleman en contrabajo y al brillante Doug Weiss en batería. Considerado como uno de los grandes pianistas de su generación (tiene 50 años), se ha convertido en una figura importante de la escena neoyorquina, con una obra donde conviven temas propios y «standards», que mezcla tradición jazzística con blues y música de Brasil. El trompetista argentino Diego Urcola y el clarinetista Paquito D'Rivera, que retornó a estos festivales después de tres años de ausencia, fueron los invitados especiales para cerrar una noche brillante.

Por Ricardo Saltón