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La Nación, 2 de enero de 2005 | Publicado en edición impresa
Jazz: décimo encuentro internacional de Punta del Este
Un festival con el sello de la seriedad
En la muestra, del 6 al 16, se verán 33 conciertos en los que participarán 105 músicos
 
  Lapataia tendría una nueva edición de jazz
  El productor del festival de Lapataia, Francisco Yobino, con el imponente escenario al aire libre a sus espaldas
Foto: Andrea Knight

Es el productor de espectáculos de jazz más importante de América del Sur. La décima edición del Festival Internacional de Jazz de Punta del Este es su carta de presentación. “La continuidad es el sello de la seriedad”, dijo a LA NACION el empresario argentino Francisco Yobino, radicado en el balneario uruguayo desde 1985.

Desde allí no sólo impuso un tambo cuya materia prima es la leche de cabra, sino también la muestra de jazz mayor jerarquía en América del Sur, que comienza el jueves, a las 19, en el escenario de El Sosiego, en Lapataia, de Punta del Este.

Serán once noches de música animadas por 33 grupos que comprenden a 105 artistas, una de las concentraciones más numerosas en la historia de los festivales de jazz.

En Lapataia se reunirán buena parte de los más grandes exponentes del jazz internacional con las expresiones que el género tiene en Brasil, Uruguay y la Argentina, que estará representada por una suerte de ecléctico regimiento de artistas que desarrollarán sus propuestas que van desde el tango, pasando por la fusión folklórica, la world music y terminan en el jazz.

La dirección artística del festival sigue en manos del saxofonista cubano Paquito D'Rivera, garantía de calidad y buen gusto.

Yobino considera que este encuentro es producto de su tenacidad en sostener la propuesta de darle al turismo un fuerte matiz cultural. En la entrevista señaló que la idea del festival comenzó a rondar su cabeza desde 1985, año en que abrió su tambo en Punta del Este, establecimiento rural volcado al turismo y a la cultura. “Por razones económicas, recién diez años después pude concretarlo”, añadió.

Para este productor agroindustrial argentino, el único objetivo real fue brindar cultura al turismo.” Desde el comienzo pensé en la música, y dentro de ella elegí al jazz, que es la combinación de todas las buenas músicas”, expresó este emprendedor que, pese a los inconvenientes económicos que atraviesa la región, mantuvo la continuidad de su propuesta turístico-cultural.

Si bien admitió las dificultades que enfrenta un festival de estas características para alcanzar el éxito económico sostuvo que la idea tampoco es perder. “Además nunca tuve dinero suficiente para arriesgar en un emprendimiento que arrojase solo pérdidas.”

Contra muchas versiones en contrario, Yobino dijo que ocho de los nueve festivales “terminaron hechos”, sin pérdidas ni ganancias económicas. Hubo beneficios en términos de prestigio y fueron muy provechosos para la difusión del jazz. “Tengo la satisfacción de estar brindando algo muy interesante a partir de los grandes artistas que visitaron año a año Lapataia y son conscientes de que el público lo supo valorar”, explicó.

Según el productor, sólo un festival produjo quebranto: el de enero de 2002. La caída de las Torres Gemelas, que afectó centralmente el turismo, y el tristemente famoso “corralito” de la Argentina privaron de la clave del festival. “Recuerde: los pocos turistas que llegaron de la Argentina no estaban con capacidad para consumir. No podían viajar con más de 1000 dólares, con esto está todo dicho”, agregó.

Yobino hizo un análisis detallado de la “cocina” del festival. Reveló que buena parte de su organización descansa sobre el apoyo de las líneas aéreas.

“En el caso de Lapataia, la aerolínea es Varig”, dijo.

Por ejemplo, los festivales de Montreux, Montreal y San Sebastián, tres de los más importantes del hemisferio norte, tienen tres aerolíneas que apoyan el encuentro.

La segunda parte es el financiamiento de cachet por parte de los sponsors. “El pago de ellos es en el exterior, es decir que las empresas giran el dinero desde los Estados Unidos hacia los diferentes lugares. Mi tarea consiste en vender un lugar diferente como escenario, que a todos les resulta muy atractivo y que, por cierto, los que vinieron quieren volver y los que no han venido sienten una gran curiosidad por llegarse a Lapataia por los comentarios que oyen o leen”, señaló.

Por cierto, Lapataia como Punta del Este son lugares reconocidos en el mundo como zonas de importante atractivo turístico. Estos factores se suman a una organización que ha sido hasta hoy impecable.

-¿Cuál es el costo de este festival?

-En el caso del festival de Punta del Este sus precios no reflejan la calidad de la programación. Contamos con ventajas comparativas, como por ejemplo la zona en que se efectúa, que nos permiten definir los cachets a la mitad de lo que generalmente cobran estos artistas en los Estados Unidos y en Europa. También acceden a viajar en clase “business” y turista y no se alojan en hoteles cinco estrellas. Un festival de estas características en cualquier parte del mundo tendría un presupuesto que no podría ser inferior a los 250.000 dólares y aquí no supera los 70.000 dólares

-¿Cómo es el acuerdo con los sponsors?

-Una cantidad de entradas, casi equivalente a su aporte. En enero, es común que haya congresos y agasajos de bancos como el “Couts” o el “Clariden” de Suiza y han descubierto que la mejor atención es invitarlos al festival; todo esto contribuye a que la muestra se produzca dentro de un sistema de “canje total”.

Admite que el encuentro anual (“al día siguiente que terminó cada festival me pongo a trabajar en el siguiente”, explicó) requiere de esfuerzo, temple, convicción e ingenio para concretarlo. Relató también que sale a invitar para que participen a los distintos ministerios o secretarías de Cultura y de Turismo a los ministerios de Relaciones Exteriores de distintos países. “Este es el primer año en que participan grupos auspiciados por distintos organismos estatales y creo que aquí encontramos una forma de generar apoyo y mantener, simultáneamente, una programación muy fuerte y variada”, dijo. Al parecer, han quedado varios países, con el deseo de enviar grupos que los representen. Para Yobino está es la antesala de un cambio importante por lo fructífero para la muestra.

-¿Entiendo que Lapataia tiene problemas económicos?

-Respecto de las dificultades económicas, es anecdótico. Lapataia sufre las consecuencias de la tremenda crisis que fueron inimaginables para una mente humana, pero con la absoluta y total convicción que cumplirá con todos sus compromisos y que el gran objetivo es continuar.

Mientras se ultiman los detalles para la iniciación del festival el jueves, el tambo comienza a tomar ritmo esta noche , con la inauguración del famoso “Jazz Cooking” en el restaurante de Lapataia que, de lunes a lunes tendrá en su coqueto escenario al Tabú Trío que le pondrá jazz al bucólico entorno natural.

Por César Pradines
Para LA NACION

El gran Bebo

• La figura de esta décima edición es, sin duda, el pianista cubano de 86 años Bebo Valdés que cerrará el 16 de este mes el festival de Lapataia junto al grupo de Paquito D´Rivera. Tras el éxito de su sociedad con el cantaor gitano El Cigala, con quien grabó "Lágrimas negras", The New York Times en sus encuestas de fin de año ubicó al último disco del pianista y compositor "Bebo de Cuba" como uno de los mejores diez trabajos jazzísticos. En el trabajo Bebo Valdés dirige y participa de una big band que hace un excelso latin jazz. A esta buena noticia le sigue una mala: el contrabajista Percy Heath debió ser hospitalizado en Nueva York a raíz de una neumonía infecciosa. Sería reemplazado por el músico Paul West.

 

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